Silencio de blanca


Casi se podría decir como aforismo: las normas de codificación de un lenguaje dado imponen los parámetros de la ficción que pueden expresar. Ficción no tiene por qué, además, ser un término absoluto: algo que designa un estado de cosas completamente falso. Puede ser que la misma exigencia del lenguaje de cuyas normas de codificación hacemos nuestro estudio, sea que la ficción que presente tienda a corregirse según los elementos que pueden expresar otros lenguajes a su manera. En general, la ficción exigida está en el justo medio, pues precisamente sus parámetros, los parámetros que las normas de codificación imponen, funcionan para representar-expresar algo a alguien de manera práctica. Y estamos conectados de manera causal al mundo, la mayoría de lenguajes serán medianamente ficticios. Esto, de nuevo, no excluye los lenguajes que pretendan una ficción total, una mímesis mínima (aunque habría que pensar cuáles son sus normas, o si esta suposición los hace meramente expresiones, no herramientas de comunicación). A quitar el cifrado.
Pienso en este asunto y lo quiero expresar así por el siguiente ejemplo: considera estos cuatro modos de representación de un sonido. La palabra inglesa heart, los símbolos IPA hɑːt, la notación musical  y la representación osciloscópica del sonido que pueden realizar algunos softwares. La relación entre la ortografía habitual de heart y los símbolos IPA es como la de una extensión: la simbología IPA intenta mediante nuevos signos representar los sonidos del habla, en este caso, inglesa. Es una extensión en tanto que usa algunos de los símbolos latinos ordinarios como también porque esa era la intención original de la representación alfabética latina. La notación musical nos ayudaría a representar los sonidos que asociamos a los grafismos "heart" como cierta progresión de notas en cierta tonalidad con cierto ritmo, etc. Lo que me interesa de ese método es que podría explicar, y el acento es en explicar, qué pretende representar el símbolo IPA 'ː'. En particular, el símbolo completo hace referencia a la pronunciación inglesa conocida como received pronunciation en la cual, la r se reduce a un silencio de blanca: en la hipotética explicación musical de lo que sucede en la entonación de la palabra, cabría decir que la primeras letras se vuelven un sonido único en tal nota, cuando se espera el siguiente sonido, no ocurre, es decir, el ritmo de la entonación del vocablo anticipa la aparición de otra nota-letra, pero lo que sucede es una pausa de un tiempo que acaba con la t (como dental stop).
Imagina ahora la representación visual en el osiloscopio acústico. En la visualización estándar, las vibraciones producidas por la pronunciación de la palabra, lo más probable, no se detendrían en ningún momento. Es decir, el silencio que nuestra explicación musical postula en realidad no existe, la vibración en el osiloscopio no es la que corresponde con el ruido de fondo. Así puesto, parece que se tratara de un caso de corrección, como si al anteponer dos lenguajes distintos estuviéramos obligados en cada caso a determinar cual es más preciso (cual requiere menos ficción), pero está claro que el asunto también puede pensarse de otra manera. La relación entre los lenguajes puede ser complementaria (o pueden ser simplemente inconmensurables). Lo que quiero resaltar es que la ficción del silencio viene dada precisamente por las decisiones que hemos tomado sobre qué elemento representa qué cosa y cómo puede representarlo. Estás decisiones imponen qué tamaño tiene la ficción que se expresa. Así, aunque la transición del sonido a al t sea continua, la notación musical y el símbolo IPA hacen correctamente su trabajo porque suponen los parámetros ficticios de nuestra representación habitual del (sonido del) lenguaje (en más de un sentido, ellos son la misma representación habitual). Evito la palabra concepto hasta aquí: una norma de codificación aporta los conceptos (opuestos a preceptos y que deben integrarse a ellos--a manera por ejemplo de los esquemas trascendentales de Kant--) con los cuales imponer las dimensiones (parámetros) a lo que va ser representado.
Esto sucede incluso en el caso más ordinario del alfabeto latino. El símbolo k no se corresponde a ningún sonido habitual del discurso (siempre aparece como una sílaba), pero necesitamos el concepto de consonante para hacer la traducción fonética.

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