Not born on the 4th of July

Me sorprende que los mexicanos tengan una repulsión natural a la gente que celebra el día de la independencia americana (incluyendo por supuesto a los americanos... Aquí hablaré de los mexicanos que la celebran). Me sorprende por muchas razones, pero en especial por dos: se asume que sentir simpatía por el día de la independencia americana implica una total aquiescencia a las políticas americanas y que el individuo que se alegra por la fecha es un malinchista irredento. Quizás incluso se le tilde de self-hater o negacionista de su identidad mexicana.
   Los actuales USA tienen poco que ver en términos de política exterior con la nación laica, republicana y democrática de los padres fundadores.(En una nota curiosa, la doctrina Monroe se propone en las clases de historia de la primaria como uno de las muestras del expansionismo americano en el siglo XIX, y como evidencia se muestran las distintas guerras mexico-americanas. What!?). En realidad, el programa de control americano contemporáneo tiene mucho más que ver con el resultado de la Segunda Guerra Mundial y la industria del petroleo que con las doctrinas que surgieron de la emancipación americana de los británicos. Pensar que la independencia es "una desgracia" porque trajo al mundo una de las naciones más belicosas de la tierra es realizar cierta criba histórica que no es precisamente muy fina. (En todo caso, cabría criticar con mucho mayor vigor al programa colonial europeo del mencionado siglo y que no terminó hasta los sesentas.) Cuando pienso en el día de la independencia americano pienso en los americanos, y no en su gobierno, pienso en el experimento social que es la mescolanza de culturas americanas (y que dicho sea de paso, es el mapa de las configuración demográfica mundial del futuro) y no por ello me siento menos inclinado a criticar las políticas de los Estados Unidos.
   El malinchismo es el arma ideológica de la clase gobernante mexicana para evitar la crítica. Cuando se promueve que irreflexivamente prefieras "lo mexicano" ante cualquier otra cosa se te exige que no discrimines sensatamente lo que según tus criterios es mejor. Sin duda habrá instancias en las que un individuo prefiere irreflexivamente "lo de fuera" sobre "lo mexicano" basándose únicamente en su cualidad "de extranjero" pero asumir que esta es la regla general es suponer que los agentes sometidos a esta lógica son estúpidos. ¿Por qué preferiría algo "peor" a algo "mejor" basándome en una denominación que no le afecta en nada? Si ante cualidades iguales, se prefiere, por ejemplo, "lo americano" basándose en que probablemente dure más, pues "es de mejor calidad", señor@s, no se está siendo malinchista. Se está generalizando en función de observaciones previas y eso es sólo un comportamiento racional. (El juicio sobre la longevidad puede ser verdadero o no, pero esa decisión no dependerá de lo que me diga la Secretaría de Gobierno.) En otras palabras, estamos perfectamente justificados a ser malinchistas siempre y cuando estemos perfectamente justificados a preferir algo "no mexicano" por buenas razones. En un giro ontológico, lo que la borregada que se traga el discurso del malinchismo sin problema pretende hacer es denotar que el malinchismo es una actitud tan interiorizada que tiene peso en la toma de decisiones sobre la configuración socio-psicológica del individuo mexicano. Es decir, que somos malinchistas con nuestra propia identidad cultural. (No conozco a un sólo mexicano que no esté orgulloso hasta el kitsch de ser mexicano, pero en fin.) Lo curioso es que, en mayor o menor medida dependiendo de la latitud y el acceso a los medios masivos de comunicación, la mayoría de mexicanos somos muy americanos. Nuestra segunda lengua es el inglés, vemos televisión americana (basura, informativa o las nuevas series "narrativamente interesantes"), escuchamos música en inglés, accedemos a sitios escritos en el mismo idioma y nos gusta la narrativa americana, en la medida de lo posible la leemos en su lengua original, nuestra lengua nativa tiene muchísimos anglicismos, etc.. Así pues, cuando se pretende criticar como una actitud negacionista respecto a la propia identidad el hecho de sentir simpatía por la cultura americana se da en el blanco, pero no porque el sujeto de la crítica niegue la parte mexicana, sino porque el que la realiza niega la parte americana. No veo ninguna razón para negar este aspecto histórico de mi configuración como sujeto, quizás no haya sido lo más enriquecedor que me hayan educado Marge y Homero, pero no voy a suprimir ese hecho para sentirme más mexicano. ¿Por qué lo haría?

PS: I don't think this bears any wait on the issue of the caducity of nation-states nor on the subject of the intolerance associated with nationalisms. All the more, the disposition to discriminate people is exactly the attitude assumed in american citizens, why then take this we're-not-like-you posture in regard precisely to Americans? Quid pro quo without a basis?

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