A ver...

Como todos, comencemos el análisis de la noción del inconsciente con las distinciones que hace Freud y Breuer en los Studien über Hysterie (1895) y que se complementan en Das Ich und das Es (1923):

1. Todos los fenómenos psíquicos tienen las mismas cualidades (y no nos interesa saber cuáles son estas para la caracterización "del inconsciente".)

2. No obstante, unos son conscientes y otros no. (Es importante notar que la manera de hablar de la consciencia como un órgano de percepción interno o una cualidad del espíritu o, para caricaturizar, cómo un homunculus que recibe consejos de un hamster en su jaula giratoria es irrelevante para la caracterización de lo consciente: el sujeto tiene "estados mentales" conscientes que pueden ser recordados. Lo que sí tiene valor es evitar el lenguaje del conocimiento: un sujeto no sabe (ni no no sabe) que tiene estados mentales porque es imposible para él saberlo: puedo tener o no dolor, pero me es imposible (y esto no es una imposibilidad física, sino gramatical) no saber que tengo o no dolor. [Como apunta Wittgenstein: puedo decir: no sabía que tenía este dolor de muelas, pero aquí, saber tiene otro significado al habitual.] De ahí que la distinción entre una representación consciente y una inconsciente no puede ser el conocimiento: No conozco mis estados mentales, los experimento. No los percibo (percibo las cosas), los tengo. Para terminar: acepta la gramática del conocimiento en esto: ¿qué me impide formular oraciones como "supe que tuve un recuerdo que sentí ayer cuando lo percibí hoy en la mañana"?)

3. No es una propiedad de los fenómenos psíquicos el ser conscientes o inconscientes: El fenómeno en cuestión no cambia al ser consciente o inconsciente.

4. El azar es la principal fuente de fenómenos inconscientes: la gran mayoría de éstos lo son por pura casualidad. Dado que mi atención es limitada, no tengo todas las impresiones senso-emocionales de la misma manera. Incluso, si bien muchas impresiones pueden no ser conscientes, sí pueden ser recordadas: El ejercicio en el que nos fuerzan a recordar detalles minúsculos de una imagen o de nuestro lugar de trabajo es prueba de ello (y prueba también de que cosas que seguro percibimos simplemente no dejan huella alguna).

5. Hay, no obstante, -y esto es lo novedoso- un "mecanismo" que selecciona ciertas impresiones por ser incompatibles con las que conforman al yo para no hacerlas conscientes y mantenerlas en tal estado. A este mecanismo Freud y Breuer le llamaron represión y de ahí la famosa sinécdoque: Lo reprimido es para nosotros el prototipo de lo inconsciente.

Por lo general la crítica ingenua camina por el asunto del inconsciente como una entidad incognoscible. Bueno, está claro que aquí se confunde el conocimiento del sujeto con el conocimiento científico. Si bien en el psicoanálisis ocurre con singular frecuencia que el método de verificación de una proposición sea el rechazo o aceptación de esta por parte del analizado, el mecanismo de la represión sigue siendo un tema sobre el cual tiene sanción el psicoanalista: la técnica psicoanalítica le permite interpretar el inconsciente del paciente mediante los sueños, los efectos psicosomáticos, los lapsus, las asociaciones libres, etc. Y el sí o no del paciente a la interpretación en este caso mide sólo la cantidad de resistencia que tiene al contenido reprimido, no la verdad sobre el análisis (este por supuesto puede estar erróneo, pero la forma de saberlo es su coherencia con la observación y la teoría.) Es decir, tenemos un método para conocer los efectos del inconsciente (del material reprimido) así como tenemos un método para saber los efectos de las estrellas de neutrones, aunque no hayamos observado ninguna directamente. El inconsciente no es incognoscible pues para el analista, y decir que su propio inconsciente le es incognoscible, es de nuevo, mala gramática.*
Otra crítica camina por el desafortunado camino de sobre-valorar la anotación de Freud sobre la cantidad relativa de contenidos reprimidos: La mayoría de fenómenos psíquicos son inconscientes. De ahí se asume que el método para mirar la consciencia es compararla con lo inconsciente y se crítica el asunto recorriendo de nuevo al asunto del conocimiento: estamos familiarizados con los contenidos conscientes: este es nuestro paradigma. Esto obvia el primer paso: es irrelevante la cantidad relativa de contenidos pues, por lo que sabemos, tienen las mismas cualidades. Tomar lo inconsciente como paradigma de interpretación es tomar lo consciente como paradigma de interpretación. Lo que le interesa al analista es cómo se desarrolla el mecanismo de represión en este individuo.
Por último y a lo que voy, es la crítica de Bouveresse, basada, según él, en Wittgenstein. Está bien, tomar lo inconsciente o lo consciente es irrelevante: pero la gramática de los estados mentales reprimidos es diferente (está elaborada sólo en la teoría psicoanalítica) de los estados conscientes, fruto de nuestro lenguaje ordinario. Así pues, hablar de lo inconsciente con el discurso ordinario de las emociones y sentimientos nos llevará a errores.
Ciertamente la gramática de las emociones nos exige siempre que exista un sujeto paciente de los estados mentales: no hay dolor, sino alguien tiene dolor, no se crean imágenes en la memoria, sino alguien recuerda, etc. De la misma manera, cuando se describe el mecanismo de la represión, se olvida la caracterización dada de tales contenidos (reprimidos y por ello inconscientes) y se introduce (el lenguaje nos habla) un sujeto paciente distinto al yo: El inconsciente, el ego, etc., que padece estos estados. Esto es lo que Bouveresse llama el uso sustantival (opuesto al adverbial o adjetivo) del término "inconsciente".
A veces se puede tratar de defender esta postura elaborando algunas ideas de Hume: el yo es sólo la colección de contenidos conscientes, por lo tanto, la colección de contenidos inconscientes debe generar un algo. Perfecto, pero esto debe ser parte de los postulados de la teoría. No podemos saltarnos esta afirmación y pasar del mecanismo de represión y los contenidos inconscientes a El inconsciente, al ego, etc., impulsados por la gramática. De nuestros postulados, lo que podemos inferir es que el sujeto paciente de los contenidos inconscientes es el yo, es el individuo. Y resulta que eso es todo lo que necesitamos. A pesar de la poca insistencia de Freud al respecto, la cuestión sobre cómo ese inconsciente (sustantivado) "mecánico" parece a veces capaz de formular pensamientos, decisiones o emociones sutiles y complejas se ve reducida a cómo el yo consciente puede hacer lo mismo, es decir, el punto central de la discusión es precisamente ese: el sujeto es capaz de formular pensamientos, decisiones, emociones sutiles, complejas e inconscientes.

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*La versión refinada de esto consiste en elaborar, junto con Wittgenstein, la distinción entre razón y causa. Bouveresse se pregunta:

¿En qué sentido el hecho de que el paciente este dispuesto a reconocer que él "ahora ve" cuál era la verdadera razón de su comportamiento puede constituir una prueba del hecho de que ha descubierto la existencia de una razón que estaba ahí, y que ha actuado durante todo este tiempo sin saberlo él?
[Filosofía, mitología y pseudociencia, Ediorial Sintesis, 2004, p. 90]
La respuesta es, simplemente, en ningún sentido. La distinción (teóricamente importante) entre razón y causa era clara para Freud (la causa última de los fenómenos psicológicos era, para él, neurológica, pero no son pocas sus confesiones de impotencia al respecto: la ciencia (quizás todavía) no nos permite explorar esas causas) y no podemos, de nuevo, confundir el conocimiento del individuo con el del analista: el paciente quiere una explicación (¿realmente le importa que se trate un descubrimiento ontológico? Cuando reconoce una explicación, se pregunta: la razón por la cual lo hice ¿existe realmente?) y nuestro análisis de su aceptación puede encaminarse sólo por la decisión de si es una racionalización o un insight, no sobre el problema de su existencia como razón real. Es decir, una vez fuera las causas no podemos preguntarnos: el paciente ha cambiado su comportamiento, ¿pero lo hizo por una buena razón? El método de corroborar, en el caso del inconsciente, no es la afirmación o negación por parte del paciente: es su comportamiento (si efectivamente el contenido revelado era el que generaba, para tomar el ejemplo de Bouveresse, un odio al padre, no puede resurgir como contenido reprimido: las asociaciones libres serán diferentes, los sueños otros, etc. [Por supuesto también cambiará su comportamiento consciente.]).

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