Andrajos
¿No los aplastan sus pensamientos? Los simples. Los: voy a barrer. Hay pan en la alacena. El rabioso: ya llegué a casa. Ya no me interesa mi apariencia física. Visto pantalones rotos y zapatos manchados. Uso la barba larga, el pelo largo, las uñas largas.Y no me siento ningún poeta maldito, ni un genio al que la locura de sus pensamientos fulgurantes lo ha consumido. Soy yo nada más, constantemente yo, todos los días yo. En la cama, en el baño, en el transporte. Y de repente me enojo por esta simpleza de cuatro paredes y me pongo a escribir pensando que de alguna manera eso me hace menos andrajozo y ya no me interesa cómo pinta el gesto, si me vería mejor con un cigarro, sólo me interesa el enojo y el seguir diciéndolo, aunque de ninguna manera me acerque con ello a alguna solusalida, a ningún afuera, a ningún detrás de esas cuatro paredes, detrás donde no hay que pensarle mucho, sólo existe la muerte. Esa que no me deja de invitar y a la que no entiendo por qué no le puedo hacer caso. No lo entiendo. No te olvides de mencionarme, me dice el Gato, porque eso es de verdaderos locos. Y tampoco sé qué responderle. Le digo, somos clichés y él pone su carita de no te he visto en tanto tiempo que no sé quién eres y por qué no me has dejado la comida en el plato. Ojalá me sacara los ojos.
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