Amén

Al presenciar la publicación de mis iguales (o modestamente inferiores) en editoriales de mi entorno, me viene a la mente la alegre idea de que quizás no soy como Auster, sino como Rilke, que a mí me poseyó algo distinto al deseo de publicar, que me poseyó el deseo de escribir literatura. Sólo la dedicación puede convertir a esta alegre idea en un plan de escritura y no dejarla ser simplemente una palmada en la espalda irracional y misteriosa.

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