I mean to tell you all the things I've been thinking

Los motivos de mis sueños (y al decirlo, me acuerdo del poema Tengo un par de ideas de nylon corridas/Con abismos haciendo agujeros/Ideas rombos/ Guardadas en un cajón/No me combinan, etc., -No me combinan mis motivos) son obvios (como cuando soñé que te confesaba haberte mentido sobre el color de los ojos de mi ex-ex-novia para eliminar la incomodidad de una mentira sin consecuencias. Eran azules). Otros de mis sueños son crueles (soñé que te daba un beso en la rodilla y tu reaccionabas con asco). Otros vienen de un orden distinto donde puedo tocarte y me tocas. Donde siento tu presencia y tu cercanía y tu aroma -y eso eres tú y ahí estás. La sensación de ser dos grandes amigos que descubren además que pueden apreciar las invitaciones, honestas, humanas, que hay en sus pieles, esa sensación lo inunda todo. Y no sé si al despertarme de esos sueños añoro más la compenetración que parece haber habido o el hecho de acariciarte. Seguro que es ambos, seguro que es ambos lo que extraño. Antes pensaba mucho en ti y casi no te soñaba. Tenía claro hasta hace bien poco cuántos de mis sueños habías protagonizado. Ahora, es una sorpresa el sorprenderme pensando en ti, sorprenderme porque ya no forma parte de mis hábitos. ¿De dónde llega, entonces, uno de esos sueños? ¿Pensé en ti el día anterior? ¿Leí alguna actualización en tu página? Me doy cuenta que hace días que no aparecías en este mundo de nombre Real y que esta noche recorriste sin motivo no sé qué ruta y pasaste algún tiempo cerca de mí. Cuando era niño, tenía amigos y enemigos oníricos (así como otros niños tienen amigos imaginarios) y eso me hacía creer que el mundo de los sueños era el real, habitado, como estaba, por seres tan constantes como los diurnos. O al menos, ellos me hacían creer que lo podría creer.

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