Fierté
Paf, en una semana de encuentros y conversaciones particularmente desprovistas de sentido, y en l@s cuales me topé de manera reiterada con valores de plano inconmensurables a los que profeso como propios (valores de izquierda que a veces parecen intraducibles al mexicano o al latinoamericano o al inglés o al lenguaje de las personas que habitan este putero hemisferio) me acordé, vaya usted a hacer la asociación, que un amigo me confundió como el autor de un texto que subí a este blog. Y creo que vale preguntarse, ¿no escribo como Vila-Matas? Como él exactamente, no. Quiero decir ¿no tengo todavía la habilidad necesaria para mantener un público cautivo? Si fuera un nominalista resentido diría: la tengo, pero no se han dado los acuerdos sociales necesarios para considerarme publicable y por tanto no tengo a mi disposición un público-a-cautivar. Si fuera un naturalista con un complejo de humildad diría: no tengo la habilidad y por tanto no he accedido al meritoso mundo de la publicación, por lo que no puedo acceder a un público cautivable. ¿Y qué, si fuera quien soy? En esas conversaciones noté que mis valores a veces se van a jugar al patio del centro y permanecen ahí toda la tarde del jueves. Creo que soy un cientificista polifacético y perverso (en el sentido de transgresor) pues no puedo contentarme con una postura ni con un estado emocional. No estoy pues resentido porque le encuentro un pero al resentimiento que inmediatamente me sugiere una postura opuesta que será superada por otro pero. No tengo un complejo de humildad porque su antítesis me agrada y la síntesis de ambos me mola y la contradicción entre esta y alguna postura pasada me llama la atención. He encontrado muchas soluciones a mis problemas de actitud, pero mi actitud siempre se revela, como una bacteria resistente a la penicilina, al antídoto e intenta hipertrofiarse para de nuevo ser un reto, algo a superar. Mi personalidad es todavía menos constante que mis ideas.
Comentarios