Juan Orea es un cobarde. Quizás a él le gustaría que se hablara primero de sus "dotes" intelectuales, pues a pesar de que repudia a todos los que se dan aires de tal, a los que lo hacen con razón y a los que no, a los académicos de medio pelo como a los grandes filósofos, siempre ha deseado ser uno. Lo desea y no, los admira y no, no tiene los suficientes pantalones para decidir algo tan simple. Se dice: yo no quiero ser un intelectual, ni un filósofo ni un escritor con pretensiones doctas, a mi me criaron para desear algo así, pero... Ahí se acaba su razonamiento, se reconoce, y de una manera tan pusilánime, como alguien con capacidades intelectuales, pero se da cuenta que su búsqueda estaba impulsada por una competencia familiar por racionalizar las emociones. El problema es que aunque su deseo no le sea propio, no está mal apropiarse de él. Que puede dejar la racionalización sin tirar la razón, que no hace falta tirar al bebé con el agua. Y bien, cuando en esos pequeños momentos de lucidez, por ejemplo cuando acaba de hacer el amor, se permite visualizarse como una persona inteligente, lo que le acobarda es el riesgo (que es un hecho) que haya personas más inteligentes, más cultas que él. Claro que las hay y siempre las habrá, pero eso no te hace menos capaz a ti. Eres tan miedoso que no te atreves si quiera a presenciar lo que realmente puedes hacer con tu inteligencia. Y claro para estas alturas ya estarás diciendo: carajo si no soy nadie especial, no tengo ningún poder del más allá. Pues claro que no, blandengue, pero eso no te justifica a desperdiciar lo que tienes, sea poco, sea mucho. Veo en tu blog que aprendiste un idioma en 10 meses. Yo, sinceramente, no conozco a nadie que pueda hacer eso.
Pero en fin, hablé primero de eso, porque como dije, es donde más reside tu timidísimo amor por ti mismo. Tu contradictorio amor por ti mismo. A mí lo que en verdad me encabrona es tu miedo a que te quieran. Te encanta sentirte atractivo, interesante, amable y seductor, pero si una mujer muestra el más mínimo interés, pones pies en polvorosa. Y dirás, bueno, que no te pele a ti no significa que no tenga relaciones. Y sí, has tenido novias, pasajeras o entrañables, pero el final de tus relaciones siempre ha estado marcado por algo: si te enamorabas de ellas y ellas de ti, adiós. Mejor alejarlas antes que "se den cuenta" de "quién eres en realidad". WTF is that? ¿Quién eres en realidad? Seguro no eres ni Charles Manson, ni Joseph Goebbles ni el Marques de Sade, ni Michael Jackson. Creo, y me emputa tener que aceptarlo, que incluso eres menos misógino y patán que el promedio de hombres. Y ¿sabes que es lo que te mantiene todavía siendo misógino y patán? Que no permitas a una mujer conocerte y tomar la decisión de estar contigo o no por ella misma. Si eres tan malo, ¿no crees que nos daremos cuenta? Pero claro, es mejor jugar a la víctima y decir: ella no se echó al ruedo (después de que la alejaste "in-intencionadamente"). Y es mejor porque así nadie te puede lastimar. Porque tienes miedo a que conociéndote un poco más, pueda no gustarle lo que encuentra. Noticias: puede gustarle o no, pero eso no es el fin del mundo, eso sólo dirá algo del gusto de esa persona, pero no de quién eres tú en tus términos absolutos de bien y mal. Carajo.
Prefieres las satisfacciones simples, los cumplidos gratis, los logros mínimos, porque son fáciles, porque no te retan. Porque tienes miedo a fracasar. Una cosa es decirle a alguien miedoso de dientes para fuera y otra es darse cuenta que esa palabra te describe de cabo a rabo, que lo que tu eres es precisamente eso. Tu tienes miedo y no lo afrontas, no lo superas: eres un cobarde.

Una gatita de tantas.

PS: probablemente borres esto, pues quizás algunos, como yo, sepamos que tu eres Nafrán (big important secret) pero al menos lo verás y sabrás que no engañas a nadie.

Comentarios

Nafrán dijo…
Huevos
Una gatita de tantas (S.S.N.) dijo…
SUBLIME...
Nafrán dijo…
Cómo puedes ser tan condescendiente contigo misma? Te metes a mi cuenta, escribes eso y todavía te lo felicitas?

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