Demasiada neblina

Ayer escuchaba un concierto de Terry Riley mientras me preguntaba qué tanto se puede pensar (si se me permite hablar así) la música mediante la dicotomía lineal (o analítico) vs. cofiguracional. El método más expedito para responderme era, por su puesto, intentarlo; así, pues, lo primero que me surgió fue lo más obvio (y es también aquello en lo que debes estar de acuerdo para dialogar, me imagino):

. La música es un fenómeno auditivo, por lo tanto, se le pueden aplicar algunas de las observaciones que se le hacen al habla en la teoría de medios. La pregunta es, claro, ¿cuáles?
. La música se codifica linealmente, esto es, se puede registrar mediante un alfabeto dado. Me imagino que la mentada dicotomía sólo cobra sentido así. Además, así como el alfabeto ordinario discrimina (mediante la asignación de algún valor fonético a cada uno de sus símbolos) cuáles son los fenómenos acústicos que cuentan como habla, los fenómenos auditivos que pueden codificarse en la notación musical son los únicos que cuentan como música (por supuesto hay un símbolo para los silencios, etc.). Son estos a los que se les pueden aplicar las observaciones que se le hacen al habla.

Digamos que estas dos obviedades son las premisas básicas para tratar de encontrar alguna idea interesante. Últimamente mi tropo favorito es la hipérbole y por envión psicológico se me ocurrió exagerar en ambos extremos: qué tan configuracional es la música, qué tan lineal es la notación.

. La música es un fenómeno no-lineal en un sentido mucho más propio que el habla. A pesar de todo, hemos entrenado nuestro aparato bucal para hacer, más o menos siempre, un sonido por vez. En cambio en la música siempre ocurre un "acompañamiento de voces" e incluso la intención es que cada sonido (y creo que ya se vale decir: cada nota) se ve afectada y afecta a otro grupo de notas que ocurren más o menos al unísono. Cada momento de una pieza musical es una configuración de sonidos.
. A pesar de ello, la notación musical requirió de un concepto para expresar la existencia de notas al unísono ("acorde", por ejemplo, pero me parece que hay más). Esto debería ser singularmente extraño, pues como cualquiera sabe, no es una "falta de ortografía" escribir dos (o más) notas (inarmónicas o no), una sobre la otra, en el pentagrama. Lo que me lleva a sugerir que es el envión--todos los "objetos" están sometidos a la primera ley del movimiento--del alfabeto (que como el pentagrama, se lee de izquierda a derecha, de arriba abajo, de símbolo en símbolo) el que nos condiciona a imaginar piezas lineales.
. ¿Y si pusiéramos 14 notas en un tiempo? ¿45? ¿134? Bien fácil: no podrían reproducirse mediante instrumentos. Uno de los aspectos, a mi juicio, más interesantes del asunto es que seguimos prefiriendo instrumentos musicales relativamente pobres en su capacidad para desarrollar configuraciones sonoras unísonas complicadas. Los instrumentos de cuerda tienen un rango muy limitado para desarrollar el juego simple de melodía y acompañamiento, no se diga para desarrollar cosas más complicadas. Los de viento, pues... Son los teclados lo que mejor pueden abordar el problema, y aun así se considera a la melodía en el piano como una sucesión (y no un grupo armonizado o no) de notas. Me imagino que todo esto venía condicionado, a su vez, por las restricciones físicas de la fabricación de tales instrumentos, pero es un tanto irónico que la primera vez que pudimos "sintetizar" sonidos mediante medios electrónicos, tratamos de darles existencia (canalizarlos) a través de un teclado. Si quisiera poner esto en forma de eslogan, diría: la (música compuesta y reproducida en) computadora no es el futuro de la música, es la música en su existencia original.

También hay, me parece, una sensación de paradoja en el hecho de ir "a ver" un concierto.

. El espectador sufre, por así decirlo, de la tensión que hay en tratar de experimentar la música como un fenómeno visual, es decir, la tensión que hay en ver cómo el artista reproduce los sonidos mediante su instrumento. Aquí hay muchos extremos, desde el que no aprecia un obra por su simplicidad "motora" (no mueve rápido las manos, no va de un lado para otro sobre el teclado, no se necesitan tres manos ni once dedos) hasta el que admira a los guitarristas contemporáneos porque le hacen diez pajas por segundo a la guitarra.
. Esta tensión se reduce, curiosamente, hasta desaparecer gracias a la tecnología. Hasta la invención del método para codificar música en ondas electromagnéticas, la música dependió para su existencia de la disposición espacial de las notas en un instrumento. La radio (y todos los demás reproductores electrónicos) desaparece esta condición convirtiendo a la música en un fenómeno absolutamente acústico. ¿Qué tanto influye esto en la popularidad de tales artículos?
. Etc.

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