¿Y eso será bueno para la literatura?

-Hombre, la ventaja que tenía el lector que se "respetaba a sí mismo", el lector "activo", el lector "no-codorniz", era que asumía el carácter participativo de la lectura. Así como el grado de libertad en la elección es relativo al tomar el control remoto de la televisión, hay una diferencia entre elegir libros del anaquel de literatura que del de Best Seller. Estamos conscientes que los gustos de [Jorge] Herralde, [Eduardo] Rabasa, [Roberto] Calasso o [Jaume] Vallcorba son precarios, discutibles y de cierto perfil que cualquiera puede caracterizar sin muchos sofismas de aventurado. Como lector, yo debo pararme frente al anaquel y decidir si me atrevo con [Josh] Bazell o con [Anna] Dankóvtseva. Es más o menos asunto mío. Se presenta a Roberto [Bolaño] como el "escritor más importante de su generación" o de "latinoamérica" o el último "boom literario internacional" y a sus novelas como "lo mejor después de Rayuela" o "las que abren sendas por donde discurrirán los derroteros literarios del siglo XXI". Fíjate en lo que pasó antes de la publicación de 2666 en Estados Unidos. Los críticos estaban hartos de hablar elogiosamente de la novela--por su acogida en latinoamérica, por la figura de Bolaño, por las expectativas editoriales, coercitivas o no--¡sin antes leerla! Y es que eso es un Best Seller: una novela que se te presenta como buena. Buena para ti. Se venden porque hay un montón de lectores idénticos, parametizables en apenas dos o tres aspectos literarios. A Roberto [Bolaño] apenas le tocó el inicio, pero seguro que le molestaría que axiomáticamente la novela fuera buena para los lectores "serios". Evitando discutir sus méritos literarios, evitando la participación del lector. Si en realidad se quiere hacer algo para homenajearlo como individuo, hay que leerlas [novelas], hay que impedir que la industria nos alcance a nosotros, los supuestos buenos lectores.

Extracto de una entrevista que me hicieron hoy mientras me duchaba.

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