Literatura de ciencia ficción y fantasía

Supón, como sugiere Churchland, que podemos conceptuar los perceptos como vectores en espacios compuestos por las más diversas dimensiones. (El ejemplo más sencillo es el de las percepciones visuales: una dimensión es la intensidad, otra el brillo, otra el color, otra el tono, etc. El espacio de percepciones visuales posibles está compuesto por los parámetros que estas dimensiones pueden tomar. Por supuesto, el concepto de vector tendrá que ir mutando en sus primos más complejos en cuanto se tomen en cuenta más dimensiones.) Imagina el espacio de los perceptos literarios. Una de sus dimensiones se llamaría "personaje" (simplificando la cosa, pues a su vez el personaje es otro espacio de posibles características), otro "trama", otro "atmósfera", otro "conflicto", etc. Para continuar con la simplificación, imagínate que los posibles valores para cada una de estas dimensiones se configuren de tal manera que sean altos si se parecen mucho "a la realidad", y sean bajos si no se parecen en nada (o viceversa--como te acomode más.) Bien, dependiendo del gusto del autor, la mayoría de obras de ficción tendrá un registro más bien promedio en este espacio: tendrán tramas más o menos realistas, los personajes se comportaran más o menos como personas normales, tendrán problemas más o menos comunes, etc. La obra de ciencia ficción o fantasía (y ahora que lo escribo se me hace que también la de terror), en cambio, tendrá algunas dimensiones caricaturizadas, en el sentido de que los valores que sus perceptos tomen en el espacio literario estarán muy alejados "de la realidad". La obra de ciencia ficción prefiere caricaturizar ciertos aspectos basándose en lo que considera posible mediante la tecnología que pueda imaginar. Así pues, tenemos algunas obras clásicas de Verne, donde un sólo aspecto estaba exagerado: la capacidad técnica para viajar, por ejemplo. La obra fantástica, a mi juicio personalísimo, exagera una dimensión, pero debe acomodar las restantes para lograr consistencia. Así por ejemplo, el Señor de los Anillos acepta la existencia de distintos humanoides (que exageran, cada uno a su manera, distintos aspectos humanos), pero ha de construir toda una imaginería para darles cabida en un mundo consistente.

En fin, lo relevante en estas obras no es el aspecto que se exagera. La idea es exagerar un aspecto para ver cómo se comportan los que se mantienen dentro de rangos "normales". Al tener una dimensión del juego de la vida, una dimensión de nuestra imagen del mundo, una dimensión de nuestra teoría sobre lo que son los seres humanos, una dimensión, en fin, de la literatura, perfectamente llana (fijada en un valor constante y fácil de comprender y representar) podemos reflexionar claramente sobre los otras dimensiones. A fin de cuentas esto es lo que hacemos al abstraer, al pensar abstractamente sobre la sociedad. (Piensa, por ejemplo, en las teorías del comportamiento económico: "¿Cómo actuarían los individuos si tuvieran toda la información posible respecto a la calidad de los productos?", etc.) Es en este sentido que la caricatura le ayuda a las obras de ciencia ficción y de fantasía a expresar premisas sobre el comportamiento humano. Ahora, ¿tiene más mérito la literatura "no-juvenil", "no-de-género" por evitar esta estrategia? Bueno... piensa primero que mucha literatura “seria” caricaturiza el comportamiento de las mujeres, o de la gente sin educación, o de los pobres, o de los marginados, o de las minorías...

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