Registro y voluntad

Hace 160 años no hubiera podido registrar las clases de francés que escucho de tal manera que pudiera reproducirlas tal y como las escucho. Podría haberlas registrado con ayuda del abecedario, pero, por supuesto, este método me impediría aprender, pues lo que quiero conservar en el registro es la modulación, timbre, tono, etc., del discurso para entrenarme a imitarlo. Ahora sólo necesito introducir el CD a mi computadora y la magia se realiza. ¿Y es que, quién pensaría que algo tan sencillo como una membrana conectada a una cuña podría lograr el truco? Quizás hace 160 años hubiera tenido la voluntad para transcribir las notas que acompañan al CD a una libreta, pero hoy, ante la magnífica facilidad con que mi computadora hace algo que era imposible, no encuentro la menor motivación. Claro, existen las fotocopiadoras, los escaneres, pero quién sabe; no entran en el juego de oralidad vs. literalidad y por ello no me entusiasman. (Por eso y porque mi computadora copia al CD ¡gratis!)

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