Inside the frog pond
Creo que mi última resistencia era no trabajar. Claro, ya había trabajado, pero este trabajo está bien, no le puedo objetar nada (de entrada) y por tanto, quizás, lo conserve por algún tiempo. Ahora me doy cuenta que todas mis pretensiones (que dicho sea de paso, cada día iban siendo cada vez menos pretensiosas) se han esfumado. [Incluso ahora mi blog es un blog como tantos otros: una bitácora de tragedias de clase media.] Y es que el punto era ser diferente, en eso consistían todas mis posturas--que se configuraban resistencias precisamente por apuntar para donde tú no apuntas. Y sí, es ahogarse en un vaso de agua, para seguir con los clichès, pues seguro habrá muchas alegrías en una vida donde tenga que soñar con mis compañeros de trabajo debido a la sobre-exposición diaria (nada, señores, puede ser sano si se hace durante ocho horas continuas), espere las quincenas para cambiar cheques de banco en banco, tenga que comportarme con ciertas personas de cierta manera según el título nobiliario en uso en el organigrama institucional, acepte ordenes sin explicación, en fin, en una existencia donde crea que obtengo un beneficio al perder mi tiempo en actividades que perfectamente podría hacer una máquina, en pos de "ganarme la vida". Hace años me la había ganado y la disfrutaba, te lo prometo, como nadie que haya conocido. En fin, en fin, en Fin, en ...
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M*