¡Son dos palomas!
Quizás a finales de mi infancia, comienzos de mi adolescencia, comencé a presentarme el fenómeno de la inteligencia como un truco dirigido a impactar al público (de que a veces funciona así, es innegable: un compañero de maestría resolvió una división de bar [por mucho, las más difíciles] con solo mirar la cuenta). La cosa es que se puede hacer el truco sin, por así decirlo, haberlo inventado. Hace unos 6 o 7 años que dejé de practicarlos, de querer ser un buen mago y todavía, de vez en cuando, hay algún despistado que me señala algún potencial para el espectáculo. Siempre pensé que era una visión peyorativa de la inteligencia, pero ¿qué tal si hiciera trucos que a mí me sorprendieran?
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