A la vieja usanza

Se necesita cierto grado de confianza para permitir que alguien te ponga una navaja en el cuello. Supongo que por eso la gente suele platicar con los barberos (esas cosas que ya casi no existen), pero yo, que no soy mucho de platicar con extraños, esta tarde sólo aventuré un "¿Tiene navajas esterilizadas?" seguido de un "Eso es moda nueva, yo conozco a todos mis clientes, así que no hay problema" bastante contradictorio pues ni me conocía a mí, ni me hizo plática. Me imagino que fue el gran Tánatos que llevo a los hombros lo que me impidió pararme de la silla, limpiarme la espuma e irme. 

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