El gato de Schrödinger

Como toda metafísica al menos interesante para engañar a alguien, la metafísica cuántica se construye alrededor de dos cosas: resultados empíricos y mala gramática. Los experimentos sobre el “colapso de la función de onda” se interpretan mediante la gramática de la palabra “observador”. Como en tales se prueba que el comportamiento cuántico depende de cómo lo registremos—a pesar de condiciones por lo demás iguales—se concluye que nuestra realidad depende causalmente y en modo retrospectivo de nuestra acción como observadores. Con ayuda de la teoría de sentido común sobre los observadores se deduce que las personas pueden intencionalmente cambiar hechos físicos (o más bien sociales) a su favor. Sin criticar tal conexión propongo un cambio al experimento del gato de Schrödinger. Si el gato puede ser observado y el mecanismo de liberación del veneno no, se debería esperar que la descomposición atómica del elemento radiactivo nunca sucediera pues el gato siempre está en el estado determinado de vivo al iniciar el experimento. Sin embargo el gato morirá el 50% de las veces por la conexión causal entre la trampa venenosa y el 50% de probabilidades de que ocurra la descomposición atómica a pesar de que esta no es directamente observada por nosotros. El colapso de la función de onda ocurre cuando la descomposición deja registro en el contador Geiger. El proceso causal que continúa es independiente del “observador” en el sentido de que puede ser descrito mediante la física clásica. El registro es un evento independiente de nuestra observación en el sentido no trivial*.

Comentarios

Nafrán dijo…
* Definiría la dependencia trivial en el sentido de que las cosas "existen" hasta que las observamos, pero por supuesto suponemos la existencia de cosas que han dejado indicios; la forma no trivial de dependencia del observador dice que antes de la observación el objeto estaba en estado indeterminado y que nada podemos saber de tal.

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