¡Ta may! ¿Qué hay detrás de la ventana?

Entonces Rayuela es una novela imposible, trata, con herramientas literarias, (en especial la voz en tercera del singular) de empujar el texto hasta el borde de lo novelístico. Discontinuidad narrativa y participación del lector, más: metáfora como rescate de la figura y mucha poesía. Los Detectives salvajes tiene una estructura narrativa mínima, ¡si acaso la otorgada por el lenguaje ordinario! La primera persona singular, con el verbo en pasado, es la conjugación más común para relatar. Quiero decir, es la conjugación de la anécdota. Casi 100 anécdotas forman, en la lectura que busca a los personajes principales, a la segunda novela.
No seamos ingenuos y creamos que Bolaño dio un paso más allá de Cortázar. La intención era escribir una novela imposible, Oliveira está enajenado por el texto y de ahí su voz particular -creo que el omnisciente parcial en realidad es él mismo, por otro lado no es coincidencia la fijación con Morelli. Aun así presenciamos un par de novelas perfectamente legibles. La ruptura con el lenguaje literario no destruye a la trama, aunque quizás si nos aleja del clímax clásico. Surge una ironía perspicaz, tanta tura para tan poco lector pasivo.

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