Discúlpenme
Pero creo que no se ha escrito un mejor post que este:
La palabra justa:
Gustave Flaubert escribió Madame Bovary en cinco años de trabajo diario, entre 1852 y 1856. Quedó plasmada la obsesividad de su trabajo en la correspondencia que mantuvo con diferentes personas durante esos cinco años. Valga un pequeño ejemplo de una carta que le escribió a su mujer Louise Colet fechada el 24 de abril de 1852:
“(…) Si no he contestado antes a tu carta doliente y desanimada, es porque he estado en un gran acceso de trabajo. Anteayer me acosté a las cinco de la mañana y ayer a las tres; desde el lunes lo he dejado todo y me he pasado la semana entera bregando exclusivamente en mi Bovary, disgustado por no adelantar. Ahora he llegado al baile, que empecé el lunes; espero que la cosa irá mejor. Desde que me viste he hecho veinticinco páginas en limpio (veinticinco páginas en seis semanas); han sido duras de pelar; mañana se las leeré a Bouilhet. Por mi parte, tanto las he trabajado, copiado y vuelto a copiar, cambiado, manipulado, que por un momento no veo nada; pero creo que se sostienen. Me hablas de tus desánimos: ¡si pudieras ver los míos! No sé cómo a veces no se me caen del cuerpo los brazos, de cansancio, y cómo los sesos no se me hacen caldo.”
Flaubert era un obsesivo y perseguía en cada texto lo que el llamaba le mot juste (la palabra justa).
Ciento y pico de años después, en el otro hemisferio, el poeta argentino Francisco “Paco” Urondo se hacía Montonero. Cuando le preguntaron por qué había decidido cambiar la pluma por la ametralladora, Urondo respondió: “Estoy buscando la palabra justa".
Flaubert murió de una hemorragia cerebral en 1880, a los 58 años. Urondo, cercado por los militares, se suicidó con una pastilla de cianuro. Tenía 45 años.
La palabra justa:
Gustave Flaubert escribió Madame Bovary en cinco años de trabajo diario, entre 1852 y 1856. Quedó plasmada la obsesividad de su trabajo en la correspondencia que mantuvo con diferentes personas durante esos cinco años. Valga un pequeño ejemplo de una carta que le escribió a su mujer Louise Colet fechada el 24 de abril de 1852:
“(…) Si no he contestado antes a tu carta doliente y desanimada, es porque he estado en un gran acceso de trabajo. Anteayer me acosté a las cinco de la mañana y ayer a las tres; desde el lunes lo he dejado todo y me he pasado la semana entera bregando exclusivamente en mi Bovary, disgustado por no adelantar. Ahora he llegado al baile, que empecé el lunes; espero que la cosa irá mejor. Desde que me viste he hecho veinticinco páginas en limpio (veinticinco páginas en seis semanas); han sido duras de pelar; mañana se las leeré a Bouilhet. Por mi parte, tanto las he trabajado, copiado y vuelto a copiar, cambiado, manipulado, que por un momento no veo nada; pero creo que se sostienen. Me hablas de tus desánimos: ¡si pudieras ver los míos! No sé cómo a veces no se me caen del cuerpo los brazos, de cansancio, y cómo los sesos no se me hacen caldo.”
Flaubert era un obsesivo y perseguía en cada texto lo que el llamaba le mot juste (la palabra justa).
Ciento y pico de años después, en el otro hemisferio, el poeta argentino Francisco “Paco” Urondo se hacía Montonero. Cuando le preguntaron por qué había decidido cambiar la pluma por la ametralladora, Urondo respondió: “Estoy buscando la palabra justa".
Flaubert murió de una hemorragia cerebral en 1880, a los 58 años. Urondo, cercado por los militares, se suicidó con una pastilla de cianuro. Tenía 45 años.
Comentarios
Un saludo.
Un saludo.