I´m an enigma: a mistery wrapped up in a twinky
¿Es esto lo que deseo? Me doy cuenta que hay una funcionalidad inscrita en la estructura de mi cuerpo. Me guste o no soy una forma biológica diseñada bajo la premisa de la eficiencia sexual. Mi genoma, aquello que determina qué soy, no es, lo acepto, un plan cuya finalidad sea mi placer, pero sí es un mapa cuyos puntos más interesantes son los que señalan cómo reproducirlo (o cómo reproducirse, si queremos eliminar al sujeto volitivo.) El condenado acidito es un goloso y egoísta que utiliza mi soma para perpetuarse a costa incluso de angustias morales. Y sí, la situación es peor que la que imaginan los teleólogos porque si fuera un plan cabría renunciar a él, "Al diablo, no elijo esto", pero es la determinación causal la que construye todo lo subyacente a mis impulsos, a mi cuerpo. Constructora de todo qué del humano. El paso de los ladrillos famosos, citosina, guanina, timina, y no sé qué otra, a mí, a este organismo, son las leyes físicas y químicas. (-Quizás también podemos hablar de leyes biológicas.) El orden de aquellos elementos determina cómo vivo yo, cómo, por así decirlo, les soy fiel en nuestra empresa de sobrevivir.
Mi "Qué soy" puedes leerlo en una caja de petri o en un examen de laboratorio, ¿y el cómo? ¿Realmente obedezco sin coacción, simplemente porque actúo de un modo determinado, a esa gelatina primigenia? Pienso por un instante como los pre-morgeanos sorprendidos por la mágica ventana al futuro de la progenie que otorgaban las leyes de la herencia, ¿de dónde, se preguntaban, viene el comportamiento? Era un nuevo fantasma superpuesto a las C,G,T,A . Otro error humano en la comprensión sin sujetos metafísicos de nuestro mundo. El comportamiento es lo que tiene que depender causalmente de esas organizaciones químicas porque precisamente funcionan para reproducirse, para copiarse hasta que alguien lo impida. ¿Y la conexión, cómo las estructuras corporales determinan mis pensamientos, cómo ese organismo tan ávido de posteridad puede presentarse en mis intenciones, deseos y especulaciones tan desfasado de sí mismo que me haga creerme un sujeto metafísico, un sujeto de razón, un sujeto lingüístico, un límite del mundo y no una parte constreñida por las mismas regularidades que todos los demás hechos? La conexión es el deseo, motor omnipresente de mis acciones con un fundamento biológico y un recubrimiento sociológico, y la respuesta a por qué nos hemos engañado, a por qué no hemos aceptado que "En el mundo todo sucede como sucede", incluidos nuestros actos más éticos, es que ese deseo no trabaja para explicarse a sí mismo. Coincidencia extraña que nuestra biología requiera de los actos de habla para perdurar en el ambiente, azar que nuestros actos de habla funcionen para describir, suerte que podamos describir nuestro propio instinto de procreación. ¿Deseo, pues, esto? Lo deseo tanto que mi conducta no triunfa cuando tengo consideraciones morales al respecto. La picazón de conciencia me asalta porque no soy fiel a ese deseo y no porque lo consienta.
Mi "Qué soy" puedes leerlo en una caja de petri o en un examen de laboratorio, ¿y el cómo? ¿Realmente obedezco sin coacción, simplemente porque actúo de un modo determinado, a esa gelatina primigenia? Pienso por un instante como los pre-morgeanos sorprendidos por la mágica ventana al futuro de la progenie que otorgaban las leyes de la herencia, ¿de dónde, se preguntaban, viene el comportamiento? Era un nuevo fantasma superpuesto a las C,G,T,A . Otro error humano en la comprensión sin sujetos metafísicos de nuestro mundo. El comportamiento es lo que tiene que depender causalmente de esas organizaciones químicas porque precisamente funcionan para reproducirse, para copiarse hasta que alguien lo impida. ¿Y la conexión, cómo las estructuras corporales determinan mis pensamientos, cómo ese organismo tan ávido de posteridad puede presentarse en mis intenciones, deseos y especulaciones tan desfasado de sí mismo que me haga creerme un sujeto metafísico, un sujeto de razón, un sujeto lingüístico, un límite del mundo y no una parte constreñida por las mismas regularidades que todos los demás hechos? La conexión es el deseo, motor omnipresente de mis acciones con un fundamento biológico y un recubrimiento sociológico, y la respuesta a por qué nos hemos engañado, a por qué no hemos aceptado que "En el mundo todo sucede como sucede", incluidos nuestros actos más éticos, es que ese deseo no trabaja para explicarse a sí mismo. Coincidencia extraña que nuestra biología requiera de los actos de habla para perdurar en el ambiente, azar que nuestros actos de habla funcionen para describir, suerte que podamos describir nuestro propio instinto de procreación. ¿Deseo, pues, esto? Lo deseo tanto que mi conducta no triunfa cuando tengo consideraciones morales al respecto. La picazón de conciencia me asalta porque no soy fiel a ese deseo y no porque lo consienta.
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