Argumento (o expediente aclaratorio al Pansexualismo)
Por lo general no discriminamos entre dos tipos de disfrute: el placer y el goce. Son tan excluyentes que Freud los localizó por medio de principios opuestos: El impulso de vida y la pulsión de muerte. Pero incluso fuera de la teoría psicoanalítica pueden distinguirse en nuestro lenguaje habitual. El placer es un disfrute principalmente sexual, mientras el goce está relacionado a disfrutes más simples, más directos, quizás.
Para que exista placer ha de haber sexuación, es decir, ha de haber "toma de identídad sexual" por parte del ántropos. El placer es exclusivo de las personas. El goce en cambio es lo que añoramos de etapas anteriores al desarrollo psico-sexual. El término despersonalizado "pulsión" funciona muy bien en este caso desde un punto de vista semántico. Nos preguntamos quién impulsa pero no, quién pulsa. No hay sujeto detrás de la pulsión. (Sí claro, lenguaje habitual:) Lo único que nos dicen estas oraciones es que el goce es el disfrute despersonalizado, el disfrute a-psicológico.
Por ello el placer contiene, además de las cosquillitas somáticas, una inyección de conciencia. El placer es la recompensa a los juegos sociales maduros. La concecusión de metas complejas genera placer acompañado de un reforzamiento subsecuente del sujeto, un appearing de la conciencia. También por ello el goce, además de las mieles de la carne, produce un fading del sujeto, una unión al gran todo. (Obvio que en el trip del LSD no nos unimos al espíritu del mundo, ni en el extásis religioso disfrutamos del cálido amor del Padre: reformulaciones del placer de la madre.) El goce nos recuerda, y por ello lo buscamos, el disfrute que era ser un mamante y no un hablante.
Ejemplos para aclarar la cuestión. Placer: relación sexual con sentimientos involucrados, conseguir tu primer trabajo, anotar un gol, pasar un examen, regalar algo, confortar a alguien, disfrutar de la familia, convivencias agradables con amigos, etc. Goce: violar, one night stands hiper casuales, ver televisión, escuchar-música-de-fondo, tomar, fumar, drogarse, flojear, no hacer nada, lastimarse, éxtasiarse, etc. Aquí cabe aclarar que Freud creía que el placer estaba relacionado fuertemente con el concepto de acción, con la busqueda activa de disfrute, mientras que creía que el goce era el recibir pasivamente un disfrute. También, como es claro por el nombre que dió a los principios que descrubrió, Eros y Tánatos, consideró el deseo de muerte como una de las formas del deseo de goce, por la desaparición del sujeto. La muerte como paradigma de uno, mientras que la vida o la procreación sexual como paradigma del otro.
El conflicto, sí amigo lector, no hay narración sin conflicto, es que al buscar placer buscamos realmente goce. La impresión de ser uno con la madre es tan poderosa, tan anestésica, en sentido literal, que todo disfrute posterior se tiene que comparar con él. Y claro, todo placer se queda corto.Sin embargo no tenemos opción, a estas alturas del partido pretender encontrar goce es buscar la psicosis. Como ya somos personas, lo único que nos queda buscar es la petite morte (el orgasmo), no la grande. Tampoco los disfrutes relacionados con el fading del sujeto nos llevan al goce (nunca desaparece por completo el sujeto), son recreaciones cercanas, remembranzas, expresiones de la pulsión de muerte, pero nada más.
Nuestra vida, diría el arquitecto, es la suma de las ecuaciones desbalanceadas entre dos factores, el placer y el goce. ¿O estudio o veo tele? ¿O me independizo o me quedo con mis padres? ¿O hago o veo? And so on and so forth.
La vida, esto no debería siquiera decirse, es mucho más compleja, estas palabritas sólo sirven para pensarla, para desmenuzar de las experiencias complejas de la vida lo que creemos por nuestra teoría que son sus constituyentes.
Para que exista placer ha de haber sexuación, es decir, ha de haber "toma de identídad sexual" por parte del ántropos. El placer es exclusivo de las personas. El goce en cambio es lo que añoramos de etapas anteriores al desarrollo psico-sexual. El término despersonalizado "pulsión" funciona muy bien en este caso desde un punto de vista semántico. Nos preguntamos quién impulsa pero no, quién pulsa. No hay sujeto detrás de la pulsión. (Sí claro, lenguaje habitual:) Lo único que nos dicen estas oraciones es que el goce es el disfrute despersonalizado, el disfrute a-psicológico.
Por ello el placer contiene, además de las cosquillitas somáticas, una inyección de conciencia. El placer es la recompensa a los juegos sociales maduros. La concecusión de metas complejas genera placer acompañado de un reforzamiento subsecuente del sujeto, un appearing de la conciencia. También por ello el goce, además de las mieles de la carne, produce un fading del sujeto, una unión al gran todo. (Obvio que en el trip del LSD no nos unimos al espíritu del mundo, ni en el extásis religioso disfrutamos del cálido amor del Padre: reformulaciones del placer de la madre.) El goce nos recuerda, y por ello lo buscamos, el disfrute que era ser un mamante y no un hablante.
Ejemplos para aclarar la cuestión. Placer: relación sexual con sentimientos involucrados, conseguir tu primer trabajo, anotar un gol, pasar un examen, regalar algo, confortar a alguien, disfrutar de la familia, convivencias agradables con amigos, etc. Goce: violar, one night stands hiper casuales, ver televisión, escuchar-música-de-fondo, tomar, fumar, drogarse, flojear, no hacer nada, lastimarse, éxtasiarse, etc. Aquí cabe aclarar que Freud creía que el placer estaba relacionado fuertemente con el concepto de acción, con la busqueda activa de disfrute, mientras que creía que el goce era el recibir pasivamente un disfrute. También, como es claro por el nombre que dió a los principios que descrubrió, Eros y Tánatos, consideró el deseo de muerte como una de las formas del deseo de goce, por la desaparición del sujeto. La muerte como paradigma de uno, mientras que la vida o la procreación sexual como paradigma del otro.
El conflicto, sí amigo lector, no hay narración sin conflicto, es que al buscar placer buscamos realmente goce. La impresión de ser uno con la madre es tan poderosa, tan anestésica, en sentido literal, que todo disfrute posterior se tiene que comparar con él. Y claro, todo placer se queda corto.Sin embargo no tenemos opción, a estas alturas del partido pretender encontrar goce es buscar la psicosis. Como ya somos personas, lo único que nos queda buscar es la petite morte (el orgasmo), no la grande. Tampoco los disfrutes relacionados con el fading del sujeto nos llevan al goce (nunca desaparece por completo el sujeto), son recreaciones cercanas, remembranzas, expresiones de la pulsión de muerte, pero nada más.
Nuestra vida, diría el arquitecto, es la suma de las ecuaciones desbalanceadas entre dos factores, el placer y el goce. ¿O estudio o veo tele? ¿O me independizo o me quedo con mis padres? ¿O hago o veo? And so on and so forth.
La vida, esto no debería siquiera decirse, es mucho más compleja, estas palabritas sólo sirven para pensarla, para desmenuzar de las experiencias complejas de la vida lo que creemos por nuestra teoría que son sus constituyentes.
Comentarios
Gracias por el enlaze en blog y por la invitacion tambien; espero que Ermitanio y Ardegas hayan pasado por aqui al ver tu comentario.
Un abrazo.