Par de semanas después, volvió la inocencia

Me cortaron el cable que me conecta a la red. Pagamos hace cinco días pero nadie venía a reinstalar el servicio. Qué -me preguntaba- impide que me suba al poste y enrosque la perillita. El estado, creeyeron los teóricos clásicos liberales, Ricardo y Smith, sirve para mantener intactos los contratos comerciales entre los individuos. Ciertamente aquello que impedía mi aventura electricista era la denuncia por parte de Megacable de una conexión ilegal. Cómo -también me preguntaba- soluciona el estado un contrato desavenido. Los neoliberales, y no sólo ellos sino también por ejemplo Althusser, creían en un estado policial, la función del estado es en última instancia tener hombres armados. Por tanto, si asumimos estas premisas, al estado le vale un pepino si me matan o rajan o cortan o patean si esto no conlleva una imposibilidad de mi parte para cumplir con mis contratos mercantiles. (Claro que si me matan sólo puedo llevar a cabo pocos contratos; por cierto algunos no mercantiles, como el testamento, que por lo general no engrasa los engranes del capital.)

¿Es así de siniestra la descripción correcta de la función del estado, o salvaguardar la vida por la vida es simplemente una idea demasiado inocente? Y sí es la segunda, ¿No es lo más agradable de ser inocente, el ser conciente de que se es así?

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