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Leí a Roberto Bolaño y Dieguez habló en su blog de él, postee sobre Klimt y ya Borgeano había publicado algo sobre él también.
En el
nubario se está posteando mucho poema y la princesa de las venganzas también está en la misma onda. No sé mucho de poesía, (y antes de que aparezca por ahí un post con el siguiente poema mejor me uno a la ola y lo posteo de una vez y paf se acabó), lo que sí sé es que puede defenderse por sí solo:

Negro el diez

Empieza por no ser, por ser no. El caos es negro.
Como es negra la nada.

Nace la claridad, su gallo triza el cielo, se esponjan los colores
vanidosos.
Pero el negro se ahínca primigenio. Toda luz en el carbón se abisma,
en el basalto.

Socavón en la sangre, en la memoria, lo negro
sube a la palabra, es la tormenta rabiosa de los odios y
los celos: Othello es blackamoor, el moro negro siempre,
para el lívido Yago.

Padre profundo, pez abismal de los orígenes,
retorno a qué comienzo,
Estigia contra el sol y sus espejos,
término de los cambios, última estela de las mutaciones,
palabra del silencio.

Su palacio nocturno: el sueño, el párpado
sedolla guillotina del diurno pavorreal para
que sólo las similitudes despliguen sus tapices de morado,
de púrpura y de óxidos, harem del negro,
esperma de los sueños.

Se diría que le gusta que lo aplanen, lo espatulen,
lo tiendan en lisas superficies, como se hace aquí.
Se diría que ama ser el trampolín desde donde saltan los colores,
su callado sostén.
Todo es más contra el negro; todo es menos cuando falta.

Cedes a estas metamorfosis que una mano enamorada
cumple en ti, te llenas de ritmos, hendeduras, te vuelves tablero,
reloj de luna, muralla de aspilleras abiertas a lo que acecha siempre
del otro lado, máquina de contar cifras fuera de las cifras,
astrolabio y portulano para tierras nunca abordadas,
mar petrificado en el que resbala el pez de la mirada.

Caballo negro de las pesadillas, hacha del sacrificio,
tinta de la palabra escrita, pulmón del que diseña, serigrafía de la noche,
negro el diez, ruleta de la muerte, que se juega viviendo.

Tu sombra espera tras de toda luz.

El otro J.C. No hace falta decir cuándo, cómo y por qué, eso ya lo sabemos todos.

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